El glaucoma es una enfermedad de los ojos que puede llevar a la ceguera irreversible. No produce molestias en etapas inicialea y es por eso que generalmente la persona que lo padece consulta al médico cuando ya es demasiado tarde. La mejor forma de detectarlo en etapas tempranas, cuando todavía es tratable, es consultar periódicamente al médico oftalmólogo quien realizando algunos exámenes puede diagnosticarlo y tratarlo a tiempo.
El daño provocado en el nervio óptico que se relaciona a las fluctuaciones de la presión intraocular, puede presentarse en todas las edades, aunque es mas frecuente en la edad adulta, se relaciona a traumas oculares o a la herencia entre otras cosas.
Existen varios tipos de glaucoma. Los mas frecuentes son los siguientes:
Glaucoma Primario de Ángulo Abierto
Glaucoma por Cierre Angular
Glaucoma Congénito
Glaucoma de Presión Normal
El glaucoma produce ceguera por un aumento de la presión dentro del globo ocular: normalmente el ojo tiene dentro de él un líquido llamado humor acuoso, el cual constantemente entra al ojo y debe salir en iguales cantidades. Si es mayor la cantidad de líquido que entra que la que sale, la presión dentro del ojo aumentará.
Al elevarse la presión dentro del ojo se produce atrofia de algunas estructuras: las mas afectadas son las compuestas por tejido nervioso, principalmente el nervio óptico. Estas estructuras nerviosas no son capaces de repararse a sí mismas una vez lesionadas, es decir que si existe un daño avanzado por glaucoma, éste no podrá ser reparado. Es por esto que el tratamiento en etapas avanzadas consiste en conservar la poca visión que todavía exista para no llegar a la ceguera absoluta. Solo si el tratamiento se inicia tempranamente se logra evitar completamente la pérdida de visión.
Dependiendo de qué tan alta sea la presión se puede llegar a perder visión al cabo de 2 a 5 años con variaciones en este tiempo dependiendo de cada persona. El daño que produce el glaucoma avanza lentamente y afecta inicialmente la visión periférica: es por eso que la persona que lo padece no nota ningún cambio en su visión hasta que casi la ha perdido por completo.
Aunque la mayoría de las veces el glaucoma no produce síntomas ni dolor, existen algunos signos de alarma que aparecen con mayor frecuencia en personas con glaucoma:
Picadas en los ojos
Dolores de cabeza
Mala visión
Halos alrededor de las luces
Visión lateral disminuida
Ojo más rígido que lo normal
Familiares con glaucoma
Teniendo en cuenta que casi nunca hay molestias ni cambios significativos en la visión, la mejor forma de detectarlo a tiempo consiste en consultar al médico oftalmólogo, quien puede descubrir cambios tempranos en la visión periférica, nervio óptico y presión del ojo. Idealmente se debe consultar al oftalmólogo cada año, no solamente para detectar glaucoma sino muchas otras enfermedades de los ojos.
El tratamiento consiste en controlar la causa del glaucoma: la presión intra-ocular elevada. Casi siempre se logra controlar la presión con medicamentos que disminuyen la producción de líquido dentro del ojo o que facilitan su salida. En algunas ocasiones cuando no es suficiente esto para controlar la presión o si el daño es muy avanzado, se requiere de cirugía para llevar la presión a valores normales.
Puede padecer glaucoma cualquier persona, si bien se presenta con más frecuencia por encima de los 40 años. Hay una serie de factores que aumentan la probabilidad de padecerlo, como son los antecedentes familiares de glaucoma o la alta miopía.